El arte de socavar
La muerte el pasado domingo de Papa Wemba, el músico congoleño apodado el rey de la rumba congoleña, deja un vacío entre los aficionados a la música, pero también entre los Sapeurs de los que era un miembro destacado.
El origen del Sape no está claro, pero la idea de este movimiento es apropiarse del traje colonial, integrar y desviar sus códigos con un espíritu de insubordinación, y siempre con elegancia. O la ironía.
Ambos acumulan decenas de accesorios: lujosos zapatos siempre lustrados, refinados calcetines, corbatas, pajaritas, cuellos, tirantes, cinturones, gemelos, sombreros, bolsos de mano, gafas, puros, paraguas, bastones…
El puro es el símbolo por excelencia del sapeur”, afirma el sapeur, Hassan Salvadore. “El puro es caro y tiene un papel muy importante porque da valor al traje que se lleva, aunque hay que usarlo con cuidado ya que siempre se espera que un caballero zapador pregunte a su vecino, aunque no esté en una zona de no fumadores, si puede encender su puro. El puro es, por tanto, un símbolo de excelencia y refinamiento. Es la herramienta del caballero (3)
Jocelyn armel
Un arte de vivir, una institución o incluso una “religión”, el SAPE es una necesidad en la cultura congoleña contemporánea. Acrónimo literal de Société des Ambianceurs et Personnes Elégantes (Sociedad de Personas Elegantes y Animadores), esta sociedad informal reúne a varios clubes, bares o personas apasionadas por el arte de la vestimenta elegante.
Bajo la audacia del sapeur había a menudo semillas de protesta, como expresó el escritor Alain Mabanckou: “ya que se nos ha negado el poder económico y político, vamos a recuperarlo mediante el poder de la exhibición del cuerpo, el cuerpo se convierte en el elemento fundamental para oponer resistencia al poder político que no puede tomar el destino de los jóvenes en sus manos”. También cuenta que en los años 80, en el estadio de la Revolución, apareció un grupo de zapadores que robaron el protagonismo a los funcionarios que venían a apoyar a los jugadores.
El zapador congoleño de París
1 Robert Toll, Blacking Up: The Minstrel Show in Nineteenth-Century America, Nueva York, Oxford University Press, 1974, y Eric Lott, Love and Theft: Blackface Minstrelsy and the American Working Class, Nueva York, Oxford University Press, 1993.
6 Los congoleños eran sólo 1.172 en 1968, 8.940 en 1982 y 12.755 en 1990, de los cuales el 90% eran hombres solteros. Véase Jean-Baptiste Douma, L’Immigration congolaise en France. Entre crises et recherche d’identité, París, L’Harmattan, 2003.
12 Véase Martial Sinda, Le Messianisme congolais et ses incidences politiques…, París, Payot, 1972 y André Matsoua: fondateur du mouvement de libération du Congo, París/Abidjan/Dakar, Afrique Biblio Club, 1977.
14 Sobre esta reactivación por parte de las personas deportadas a Estados Unidos como esclavos y las generaciones posteriores, véase Monica Miller, Slaves to Fashion. Black Dandyism and the Styling of Black Diasporic Identity, Durham, Duke University Press, 2009.
29 Kathy Peiss, Zoot Suit. The Enigmatic Career of an Extreme Style, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 2011 y Luis Álvarez, The Power of the Zoot. Youth Culture and Resistance during World War II, University of California Press, 2008.